Edith Stein es co-patrona de Europa desde diciembre de 1999, nombrada por Juan Pablo II. Su memoria como santa se celebra el 9 de agosto en la Iglesia Católica.
artículo del historiador Antonio R. Rubio Plo (Edith Stein: Otro modo de entender Europa, la Libertad y el Amor), del que conviene leer algunos párrafos, por su actualidad, recogidos un poco más abajo.
Juan Pablo II señaló en la homilía de canonización de la santa una realidad muy actual: “está difundida la convicción de que hay que servir a la verdad incluso contra el amor, o viceversa”. Es un aviso contra esos defensores de la verdad, a la que llaman a veces justicia, que arremeten contra el amor. Hay que tener cuidado con las verdades de gesto adusto y vengativo. Pero también hay que desconfiar del amor que se considera por encima de la verdad. La nobleza del verdadero amor es incompatible contra toda clase de mentira, por pequeña que sea. Las causas justas nunca se beneficiarán por faltar a la verdad.
Edith Stein sabía muy bien que el amor y la verdad no son incompatibles. Su interés por la filosofía la llevaba necesariamente a la búsqueda de la verdad, sin caer en esos juegos formales o lingüísticos que practicaron algunos pensadores de su tiempo. Pero al final la verdad filosófica le pareció algo incompleto. Tenía que dar el salto a la trascendencia. Lo hizo gracias al amor, sin teorías ni categorías abstractas, sino personificado en Cristo, el Mesías esperado por su pueblo, el auténtico varón de dolores del que habla Isaías. Llegó a creer que en El se unieron la verdad y el amor, y que en El cobraron tanta fuerza que nada, ni siquiera el dolor, puede separarlos.
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