Benedicto XVI a los jóvenes: «Tenéis la tarea de mostrar al mundo que la fe trae una felicidad y alegría verdadera, plena y duradera. Y si el modo de vivir de los cristianos parece a veces cansado y aburrido, entonces sed vosotros los primeros en dar testimonio del rostro alegre y feliz de la fe»

viernes, abril 16, 2010

"PARA NOSOTROS, LA MUERTE ES VIDA"

Hace días que me ronda el tema y los comentarios de la gente, muy tristes del que no tiene fe, me han hecho reflexionar y levantar la mirada para que no se meta solo el sentimiento y ayudar a tantos que se encuentran ante este panorama con familiares, amigos y compañeros.
He visto este articulo del año 2005, actual y agil que transcribo. También para mirar arriba he visto unos puntos de reflexión en las obras de San Josemaría que os animo a leer y meditar. A mi me han ayudado mucho estos días.


La muerte para el cristiano. Por Pilar Urbano (arvo.net)

Para el cristiano, la vida no es un extraño paréntesis entre la nada y la nada. Y la muerte no es un hachazo inexorable que malogre el vivir. Para el cristiano, vita mutatur, non tollitur: la vida no se pierde, se transforma. No hay un sentimiento trágico de la muerte, por lo mismo que no hay un sentimiento trágico de la vida.

¿Qué es lo que da temple a un cristiano? ¿Qué es lo que enrecia su encarnadura para soportar las tallas, las muescas y los trallazos del vivir? ¿Qué es lo que, a fin de cuentas, le distingue de los demás hombres? Sin ninguna duda: la esperanza.

Un cristiano es un hombre fiado a su esperanza. Todos los auténticos bienes -los bienes sin código de barras ni fecha de caducidad- los tiene al otro lado de la vida. Y hacia allá se encamina. En definitiva, pues, un cristiano es un hombre que acude a una cita. Y su vivir es un «vivir preparándose» para esa estación terminal.

Pero importa decir que la esperanza del cristiano no es una nostalgia de paraísos perdidos. Es una certidumbre de cielos apalabrados que, de no ser reales, dejarían a Dios por embustero. Y contra esa certeza -más firme que una muralla de diamante- se estrellan los acobardamientos, las angustias, los miedos.

Epicuro intenta burlar ese miedo a la muerte con un capcioso juego de palabras: «Mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, no existo yo.»

Kant, para vencer el terror de imaginarse «metido en el tenebroso sepulcro» se reclina en la idea de que el cadáver ya no es «él». A partir de ahí, carece de sentido cualquier pensamiento referido a alguien que «ya no es».

Y Sartre prefiere fijarse en la fealdad de los cementerios, o en la vida del muerto como un álbum de recuerdos para los vivos: «Estar muerto es ser presa de los vivos.» Y también: «Una vida muerta es una vida de la que se hace custodio el Otro.»

Frente a Epicuro, o Kant, o Sartre, el más ignorante y pobre y desvalido de los cristianos puede pisar fuerte, con la gallardía de quien tiene una respuesta imbatible para el gran enigma, para el gran «agujero negro» sin retorno. Una respuesta para el gran misterio de la muerte. Ésta: la muerte no es algo que ocurre, es alguien que llega.

Todos, cada cual a su tiempo, seremos o habremos sido ese «alguien que llega». Alguien que llega a la cita. Alguien que, por fin, llega a ponerse bajo la custodia del Otro... del Dios totalmente Otro... Del Dios que avala su «promesa de una futura inmortalidad». Del Dios que garantiza la «esperanza de una feliz resurrección». De ahí, el más audaz y magnífico de los desafíos cristianos: atreverse no sólo a creer en la inmortalidad de las almas, sino a esperar en la resurrección de los cuerpos. Con facilidad se olvida que la opera magna del cristianismo no es un crucificado vencido, sino un resucitado vencedor.

digital Arvo.Net

SAN JOSEMARIA ESCRIVA

Sigue adelante, con alegría, con esfuerzo, aun siendo tan poca cosa, ¡nada! –Con El, nadie te parará en el mundo. Piensa, además, que todo es bueno para los que aman a Dios: en esta tierra, se puede arreglar todo, menos la muerte: y para nosotros la muerte es Vida. (Forja, 1001)

Si eres apóstol, la muerte será para ti una buena amiga que te facilita el camino. (Camino, 735)

A los "otros", la muerte les para y sobrecoge. -A nosotros, la muerte -la Vida- nos anima y nos impulsa.

Para ellos es el fin: para nosotros, el principio. (Camino, 738)

No tengas miedo a la muerte. -Acéptala, desde ahora, generosamente..., cuando Dios quiera..., como Dios quiera..., donde Dios quiera. -No lo dudes: vendrá en el tiempo, en el lugar y del modo que más convenga..., enviada por tu Padre-Dios. -¡Bienvenida sea nuestra hermana la muerte! (Camino, 739)

1 comentario:

Anónimo dijo...

No todo, lo que nos dicen de la muerte lo entiendes, porque siempre hay sentimientos encontrados que no te dejan mirar más alla de tu nariz. creo que Dios esta cerca de mi por averme permitido encontrar este erticulo sin estarlo buscando gracias, pero creo que son palabras que nos gustaria escuchar cuando ella visita tu casa. GRACIAS¡