Benedicto XVI a los jóvenes: «Tenéis la tarea de mostrar al mundo que la fe trae una felicidad y alegría verdadera, plena y duradera. Y si el modo de vivir de los cristianos parece a veces cansado y aburrido, entonces sed vosotros los primeros en dar testimonio del rostro alegre y feliz de la fe»
viernes, julio 09, 2010
NO TE ABURRES SI APRENDES A DESCANSAR
ESTABA BUSCANDO UNAS PALABRAS PARA ANIMAR A PASAR UN BUEN VERANO, PERO EN TODA LA EXTENSIÓN DE LA PALABRA Y COMO CRISTIANOS QUE SE DICE...Y ENCONTRÉ UNA CARTA DIRIGIDA A PADRES DE UN COLEGIO CON OCASION DE LAS VACACIONES DE VERANO DE SUS HIJOS Y PENSÉ...NO VOY A INVENTAR LO QUE YA ESTÁ TAN BIEN ESCRITO Y DICE LO QUE ME ENCANTARÍA A MI DECIROS...Y AHÍ VA
¡Vacaciones de verano! Pues sí, también son un invento de Dios. Nuestro Señor descansó de su trabajo creador y bendijo el tiempo dedicado al descanso. La Biblia enseña que todos necesitamos interrumpir la tarea cotidiana para entrar en nosotros mismos y descubrirnos imagen de Dios.
Las vacaciones son una ocasión de oro para reconocer las huellas de Dios en la naturaleza y, sobre todo, en los demás seres humanos. Liberados de las prisas de cada día, podemos mirar a quienes nos rodean con otros ojos, y así renovar nuestro amor por ellos.
Planificad vuestro veraneo de manera que descanséis. El reposo verdadero no está en emociones fuertes, ni en aventuras de alto riesgo, ni en compras compulsivas, ni en moverse sin parar, ni en la primera línea de playa, ni en comilonas, ni en el frenesí de una agenda apretada. Las vacaciones no son una simple evasión. Escaparse de uno mismo, aunque distraiga, no repara el desgaste físico y espiritual de la vida ordinaria, sino que empobrece y deshumaniza. Muchos vuelven peor que cuando se fueron.
Las vacaciones son para rehacerse por dentro y por fuera, para recuperar la alegría de vivir, para descubrir que el trabajo no es fin sino medio, para gozar de la belleza del silencio como espacio que nos abre al agradecimiento y a la relación con nuestro Creador. Si salís y dejáis aquí ordenadores, tv, play station, consolas y demás complementos, veréis ¡qué diferencia!
Disfrutad del aire tempranero, de la lectura sosegada, de la conversación distendida, del deporte en equipo, de la paz de la montaña, (en la playa es difícil encontrarla), de los árboles, los pájaros, las flores, los torrentes y los vastos horizontes, de conocer a otras gentes, de la música, de la belleza. Y, por encima de todo, disfrutad con vuestra familia. Respirar, leer, conversar, contemplar, reír, jugar, pasear es gratis (al menos, por ahora).
Acordaos entonces del padrazo que nos regala todos esos placeres: nuestro Dios. Y agradecédselo. Haced la experiencia de un encuentro personal con Jesucristo en la Eucaristía y en la Palabra de Dios. Cuando lleguéis a un nuevo lugar buscad enseguida el Sagrario más cercano y hacedLe compañía, ahora que tenéis tiempo y paz.
Si alguno de vuestros hijos va a otro país para aprender un idioma, aseguraos de que podrá participar en la Eucaristía dominical. Necesita tener ese contacto, al menos semanal, con Jesús resucitado, nuestra Vida. Y vosotros, si viajáis, dad preferencia a la Misa: lo primero es alabar a Dios.
Resistid a la vulgaridad ambiental que pretende imponer el bañador como “uniforme de verano”. Elegancia significa “elegir bien”. Elegid un modo de vestir que manifieste el valor que dais a vuestro cuerpo, templo de Dios. No dejéis que el ambiente se os imponga: llevad con vosotros el estilo de los hijos de Dios.
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