Benedicto XVI a los jóvenes: «Tenéis la tarea de mostrar al mundo que la fe trae una felicidad y alegría verdadera, plena y duradera. Y si el modo de vivir de los cristianos parece a veces cansado y aburrido, entonces sed vosotros los primeros en dar testimonio del rostro alegre y feliz de la fe»

jueves, noviembre 17, 2011

¿Eres realmente A M I G O?


La amistad proporciona un nuevo brillo a nuestra existencia y hace más amable nuestra vida.
Goethe lo expresa de un modo poético: "Nuestro mundo parece muy vacío —afirma—, si lo imaginamos sólo lleno de montañas, ríos y ciudades. Pero sabemos que aquí o allá hay alguien que está en sintonía con nosotros, alguien con quien seguimos viviendo, aunque sea en silencio. Esto, y solamente esto, hace que la tierra sea un jardín habitable".
Precisamente ante la masificación y el anonimato, tan característicos de nuestra época, necesitamos lugares cálidos, espacios en los que podamos sentirnos como en casa. Donde hay amigos, surge la experiencia de la confianza, la experiencia del hogar. Para muchos contemporáneos, la amistad es su hogar y su patria en medio de una tierra sin patria y sin hogar.
Quien tiene amigos de otros partidos políticos, otras profesiones, religiones y nacionalidades, es una persona dichosa. Se le abre un mar sin orillas. Tratando y queriendo a la gente más variada, se amplía su mente y se ensancha su corazón. Recibe mucho y entrega mucho. Es quien mejor puede orientar a los que parecen estar en una situación sin salida.
Por supuesto, la amistad no se puede forzar. Es un don de lo alto. Pero podemos capacitarnos para recibir este don. (doctora Jutta Burggraf)