Benedicto XVI a los jóvenes: «Tenéis la tarea de mostrar al mundo que la fe trae una felicidad y alegría verdadera, plena y duradera. Y si el modo de vivir de los cristianos parece a veces cansado y aburrido, entonces sed vosotros los primeros en dar testimonio del rostro alegre y feliz de la fe»

miércoles, enero 25, 2012

IMPORTANTE EL SILENCIO



EN LA CONVIVENCIA DIARIA COMPARTIMOS MILES DE PALABRAS, PENSAMIENTOS, DESEOS CON NUESTROS AMIGOS Y UNAS VECES HABLAMOS Y OTRAS ESCUCHAMOS. TODOS LOS LUNES TENGO UNA COMIDA DE TRABAJO CON MIS COLEGAS QUE ADEMAS SON AMIGAS Y AUNQUE AVECES HABLAMOS TODAS A LA VEZ O NOS INTERRUMPIMOS ESTAS PALABRAS DEL PAPA SOBRE EL SILENCIO Y LA PALABRA DESCRIBEN ESAS CONVERSACIONES DE AMIGAS EN LAS QUE UNA CUENTA SUS PREOCUPACIONES O ALEGRIAS Y OTRAS CALLAMOS Y SOMOS CAPACES DE PONERNOS EN SU LUGAR, NOS AYUDAN A CONOCERNOS.

Estas palabras forman parte del discurso de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales de 2012

el silencio y la palabra: dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, alternarse e integrarse para obtener un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas. Cuando palabra y silencio se excluyen mutuamente, la comunicación se deteriora, ya sea porque provoca un cierto aturdimiento o porque, por el contrario, crea un clima de frialdad; sin embargo, cuando se integran recíprocamente, la comunicación adquiere valor y significado.

En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos. Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena. En el silencio, por ejemplo, se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman: la gestualidad, la expresión del rostro, el cuerpo como signos que manifiestan la persona. En el silencio hablan la alegría, las preocupaciones, el sufrimiento, que precisamente en él encuentran una forma de expresión particularmente intensa. Del silencio, por tanto, brota una comunicación más exigente todavía, que evoca la sensibilidad y la capacidad de escucha que a menudo desvela la medida y la naturaleza de las relaciones.