Benedicto XVI a los jóvenes: «Tenéis la tarea de mostrar al mundo que la fe trae una felicidad y alegría verdadera, plena y duradera. Y si el modo de vivir de los cristianos parece a veces cansado y aburrido, entonces sed vosotros los primeros en dar testimonio del rostro alegre y feliz de la fe»

lunes, octubre 29, 2012

¿Qué sentido tiene vivir?

Qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las generaciones futuras? ¿En qué dirección orientar las decisiones de nuestra libertad en pos de un resultado bueno y feliz de la vida? ¿Qué nos espera más allá del umbral de la muerte?». Ante todas estas inquietudes, el Papa explicó la necesidad de la fe



Benedicto XVI ha continuado el ciclo de catequesis dedicado al Año de la fe, en la Audiencia general del miércoles 24 de octubre. En esta ocasión respondió a la pregunta ¿qué es la fe? El Santo Padre abordó la cuestión en el ámbito del mundo actual: «En nuestro tiempo es necesaria una renovada educación en la fe, que incluya por cierto un conocimiento de su verdad y de los acontecimientos de la salvación, pero que principalmente nazca de un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo, de amarlo, de confiar en él, de tal modo que toda la vida esté involucrada con él».

«Hoy, junto a muchos signos buenos, crece a nuestro alrededor también un cierto desierto espiritual», señaló el Papa. «A pesar de la grandeza de los descubrimientos de la ciencia y de los éxitos de la tecnología, el hombre hoy no parece ser verdaderamente más libre, más humano; todavía permanecen muchas formas de explotación, de manipulación, de violencia, de opresión, de injusticia… Además, un cierto tipo de cultura ha educado a moverse solo en el horizonte de las cosas, de lo posible, a creer solo en lo que vemos y tocamos con las manos. Por otro lado, sin embargo, crece el número de personas que se sienten desorientados y, al tratar de ir más allá de una visión puramente horizontal de la realidad, se predisponen a creer en todo y su contrario. En este contexto, surgen algunas preguntas fundamentales, que son mucho más concretas de lo que parecen a primera vista: ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las generaciones futuras? ¿En qué dirección orientar las decisiones de nuestra libertad en pos de un resultado bueno y feliz de la vida? ¿Qué nos espera más allá del umbral de la muerte?».


Ante todas estas inquietudes, el Papa explicó la necesidad de la fe: «Nosotros necesitamos no solo el pan material, necesitamos amor, sentido y esperanza, un fundamento seguro, un terreno sólido que nos ayude a vivir con un sentido auténtico, incluso en la crisis, en la oscuridad, en las dificultades y en los problemas cotidianos. La fe nos da esto: se trata de una confianza plena en un ‘Tú’, que es Dios, el cual me da una seguridad diferente, pero no menos sólida que la que proviene del cálculo exacto o de la ciencia». (www.almudi.org)

EL PERDON

SE ACERCA LA FIESTA DE LOS DIFUNTOS Y TODOS LOS SANTOS Y SON FECHAS EN LAS QUE NOS ACERCAMOS A LOS CEMENTERIOS ESPECIALMENTE A REZAR A NUESTROS FAMILIARES. LLEVAMOS FLORES Y TODOS CREYENTES Y NO CREYENTES VAMOS A LA IGLESIA DEL PUEBLO. REZAMOS. NOS VEMOS CON LOS FAMILIARES QUE HACE TIEMPO NO VEMOS Y ME PARECIO BONITO ESTE ARTICULO QUE TRATA DEL PERDON.
PUEDE AYUDARNOS A MINIMIZAR ESOS MALENTENDIDOS QUE AVECES HACEN QUE NOS ALEJEMOS DE LOS MAS QUERIDOS.





La Familia – El perdón


Reflexión de monseñor Oscar Vicente Ojea, obispo de San Isidro, sobre la familia y el perdón (Octubre de 2012)

Siguiendo con las reflexiones acerca de las familias, querría tocar un punto que es fundamental en la comunidad familiar, que es el perdón.
En realidad experimentamos muchas lastimaduras en familia. Muchas veces somos ofendidos, heridos, lastimados, por palabras, porque nos sentimos dejados de lado, porque sentimos que no hemos sido tomados en cuenta, o que no nos han valorado, y allí empiezan los celos, allí empiezan esas cosas que duelen: Muchas veces eso se hace como un callo, entonces comienzo a no hablar, a ponerme duro, a ponerme rígido, y allí empieza el corazón a endurecerse y a no poder tener la flexibilidad del amor que hace posible el perdón.

Qué es el perdón. El perdón es la forma más perfecta que tiene el amor. Es la capacidad de ponerme en el lugar del otro, tomar un poco de distancia y pensar “por qué me dijo eso” “por qué no hizo esto”. Lo contrario sería estar representándome continuamente la escena que me tortura y que me hace mal, lo que me dijo, lo que me hizo o lo que no me dijo o lo que no hizo y volver a representarla en mi mente, como si fuera un montaje nuevo que lo único que hace es agudizar la herida, hacer más profunda la lastimadura de aquello “que me hiciste”.

Esto no ayuda a perdonar, al contrario, ayuda a fomentar, en un corazón endurecido el rencor. El estar volviendo continuamente sobre el mal que nos hicieron y así nos ponemos en víctimas, ejercitamos la autocompasión, nos convertimos en el centro de todo.

“Me han lastimado” “Me han herido” y eso queda como único discurso de nuestra mente y de nuestra sensibilidad.

Para perdonar es necesario entrar en un proceso en el cual yo tengo que tomar un poquito de distancia, no puedo estar muy cerca y al tomar distancia me vuelvo al lugar del otro. Y a través de lo que me dijo, por ejemplo, pienso “qué le está pasando” “qué pasa en su historia” “qué está necesitando en este momento” “qué está expresando detrás de lo que dice o detrás de lo que no dice” “qué momento está viviendo” “por qué se la tomó conmigo” “por qué se agarró conmigo”. Capas que fue porque necesitaba sacar cosas que vienen de otro lado como una corriente, entonces yo entré en la volteada.

Qué hermoso es poder perdonar y que en familia nos sintamos comprendidos, valorados, escuchados. Comienza un vínculo nuevo después de perdonar, es como que crece el amor, es como haber pasado por una cuesta difícil y estar un poco más alto, cuando se ha perdonado.

Cuando el corazón ha perdonado se dilata, es como si el corazón estuviera más grande, hay más lugar en ese corazón.

Solo aprendemos en familia a perdonar. Sobre este tema vamos a volver porque es fundamental para el ejercicio del corazón. Para salir de un solo lugar, autónomo, en el que me estoy mirando a mí mismo y poder dar toda una vuelta, ponerme en el lugar del otro, aprender qué le ha pasado, qué lo ha condicionado, y desde allí, como Jesús, perdonar y vivir lo que decimos en el Padrenuestro, que le pedimos al Señor que nos perdone así como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

Que el Señor con conceda esta gracia que aprendemos, ante todo a vivir en familia que es la primera comunidad.

Que Dios los bendiga a todos.  Mons. Oscar Ojea, obispo de San Isidro