Benedicto XVI a los jóvenes: «Tenéis la tarea de mostrar al mundo que la fe trae una felicidad y alegría verdadera, plena y duradera. Y si el modo de vivir de los cristianos parece a veces cansado y aburrido, entonces sed vosotros los primeros en dar testimonio del rostro alegre y feliz de la fe»

miércoles, enero 04, 2012

EL PODER DEL CONTACTO FISICO


Ayer ví en la Nueva España este artículo que copia integro. un abrazo a todos y felíz año.

Un abrazo, una caricia, dar la mano o coger el brazo son manifestaciones de afecto necesarias para el bienestar emocional

POR CAROLINA G. MENÉNDEZ Abrazarse, acariciarse, cogerse de la mano o del brazo. El contacto físico «es una necesidad humana básica para nuestro bienestar emocional. Como seres sociales que somos, con él damos y recibimos afectos, transmitimos simpatías y nos hace sentir bien», señala la psicóloga Ladis García del Río.


Pero a pesar de la larga lista de beneficios que ofrece la estimulación física, como derrotar miedos, alejarse de la soledad o acercarse a nuevas sensaciones, existe un pudor a tocarse: «Las pautas culturales y las prohibiciones sociales que hay en nuestro interior nos reprimen a expresar libremente una emoción o un sentimiento. Y es que se sexualiza demasiado el contacto y se vincula casi exclusivamente con la relación de pareja y con las personas más cercanas», resalta la especialista en bioenergética y colaboradora del Teléfono de la Esperanza de Oviedo.


Si bien en los adultos la proximidad física mejora el estado emocional, en los bebés se trata de una cuestión de primera necesidad, incluso vital para su existencia, ya que sin ella se mueren, tal y como ocurrió en un orfanato donde los niños que tenían todas las necesidades cubiertas (alimentación y aseo) pero carecían de contacto físico fallecían a diferencia de los que, además de esos cuidados básicos, recibían contacto humano al ser cogidos en brazos, rememora la psicóloga asturiana. En este sentido, está ampliamente estudiado que los pequeños que sobreviven a una infancia sin cercanía física y afectiva se convierten en personas con problemas emocionales importantes a lo largo de su vida. Esas necesidades surgen con el nacimiento, un proceso traumático para el bebé ya que pasa del interior de su madre, un medio cálido para él, a un entorno que le resulta hostil pero donde el contacto con la madre calma sus ansiedades y le proporciona seguridad y confianza, remarca Ladis García del Río.


Por tanto, el tacto es una medicina para el cuerpo y la mente, para niños, adultos y ancianos. Así, las personas que tocan y son tocadas y viven rodeadas de afecto caminan por la vida con mejor estado de ánimo y son más felices que quienes no mantienen contacto físico alguno. «Si el bebé se puede morir, el adulto lo soporta pero de una manera infeliz», señala la psicóloga al tiempo que apunta que entre las mujeres existe mayor contacto físico que entre los hombres «porque tenemos más permiso social para tocarnos, al igual que para expresar las emociones. Hasta hace algunos años era muy habitual ver a dos mujeres cogidas del brazo caminando por la calle. Se entendía como una manifestación de cercanía y afecto entre ellas. Y aunque hoy en día no es tan frecuente, no resulta chocante», dice al tiempo que reflexiona sobre cómo la sociedad actual «nos aleja del contacto físico para volvernos más fríos. Nos hacemos más civilizados pero también más individuales olvidándonos de las emociones. Parece que pedir afecto es una muestra de vulnerabilidad». Quizá movidas por estas nuevas tendencias contrarias al desarrollo de las emociones surgen cada vez con mayor fuerza voces que apuestan por situarlas en el lugar que les corresponden.