Benedicto XVI a los jóvenes: «Tenéis la tarea de mostrar al mundo que la fe trae una felicidad y alegría verdadera, plena y duradera. Y si el modo de vivir de los cristianos parece a veces cansado y aburrido, entonces sed vosotros los primeros en dar testimonio del rostro alegre y feliz de la fe»

lunes, octubre 20, 2008

ASTENIA OTOÑAL, LA GRAN DESCONOCIDA

Una vez superados los achaques primaverales, llega el otoño y con él, el descenso de las temperaturas, la lluvia, los cambios horarios, la disminución de las horas de luz y...la astenia otoñal. Y es que no todas las personas se habitúan fácilmente a los cambios ambientales que se producen con el cambio de estación.
Al igual que sucede al inicio de la primavera, hay personas que pueden padecer este trastorno, generalmente leve y de corta duración, que puede verse agravado por factores propios del ritmo de vida actual, como el estrés laboral o el descuido de una alimentación correcta.
La astenia otoñal es menos conocida que su equivalente primaveral. Sin embargo, cada vez más personas presentan este trastorno. La mala adaptación a los cambios estacionales se manifiesta como un desorden biológico que suele durar unos pocos días o semanas.
Cansancio y apatía
Los síntomas que presenta son tanto físicos como psíquicos e incluyen cansancio, debilidad generalizada, somnolencia, bajo estado de ánimo, dificultad de concentración y apatía. También pueden aparecer irritabilidad, falta de apetito, disminución de la libido e incluso un descenso de las defensas del organismo, que lo hace más sensible a procesos infecciosos.
A pesar de todos estos síntomas, los expertos coinciden en que la astenia otoñal no es una enfermedad ni un síndrome, ya que sus efectos desaparecen en cuanto el organismo se ajusta a los cambios estacionales. Como en muchos otros problemas de salud, el mejor tratamiento es la prevención. Para ello, existen una serie de recomendaciones que pueden evitar la aparición de la astenia en otoño:

Consejos para hacerla frente
- Respetar las horas de sueño
- Mantener una alimentación sana y equilibrada
- Practicar ejercicio físico moderado
- Llevar una vida ordenada, manteniendo horarios fijos para acostarnos y levantarnos y para las comidas
- Reducir el consumo de sustancias como tabaco, alcohol y bebidas con cafeína
- Aprovechar las horas de luz natural para salir a tomar el aire y el sol
- Realizar actividades intelectuales que nos motiven y estimulen
- Hacer pequeños descansos de cinco minutos cada hora durante la jornada laboral
- Suplementos de vitaminas y aminoácidos

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