Benedicto XVI a los jóvenes: «Tenéis la tarea de mostrar al mundo que la fe trae una felicidad y alegría verdadera, plena y duradera. Y si el modo de vivir de los cristianos parece a veces cansado y aburrido, entonces sed vosotros los primeros en dar testimonio del rostro alegre y feliz de la fe»

viernes, octubre 14, 2011

PARA DESCANSAR HAY QUE DISFRUTAR



Título: Aprendiendo a vivir: el descanso
Autor: Fernando Sarráis


Un solo objetivo persigue este libro: “enseñar a prevenir el cansancio de origen psíquico (afectivo e intelectual); especialmente, el que se va acumulando poco a poco, durante mucho tiempo, y se convierte en crónico” (p. 7). Su fin no es curativo, sino preventivo. Sarráis insiste en que lo más importante es recordar que el cansancio psíquico crónico tiene que ver con el modo de vivir.

A diferencia del cansancio físico, el psíquico o crónico no se diagnostica fácilmente ni tiene soluciones a corto plazo. De él se derivan muchas enfermedades psicosomáticas, tres de las cuales son muy actuales y están muy expandidas: el síndrome de estar quemado, la fibromialgia y la astenia crónica.

Además, el cansancio crónico trae como consecuencia el debilitamiento de la fuerza de voluntad, la tendencia a la evasión –huida de lo que agota-, la pérdida de afectividad (anhedonia: incapacidad para disfrutar) y un empeoramiento de la capacidad de decisión y del rendimiento en las actividades corrientes. Puede ser el paso previo a la depresión.


¿Y qué beneficios trae el descanso? Muchos, tal y como apunta Sarráis. Produce la sensación de energía, bienestar físico y jovialidad, promueve el optimismo, la claridad de ideas y ayuda a la voluntad a acometer nuevos planes. Aparecen emociones positivas que estimulan la confianza y el funcionamiento de la inteligencia y la voluntad.

Pero lo difícil es cómo conseguir ese descanso de verdad. Hay personas que no lo alcanzan por autoexigirse mucho o por perfeccionistas. Se trata de acudir a las actividades que descansan a todo el mundo (dormir, ejercicio físico, reposo) y a las que le descansan a uno personalmente (hobbies particulares).

El reposo exige quietud exterior, o física, y calma interior, o emocional. Ambas interactúan y se influyen mutuamente. No hay reposo sin relajación, y viceversa. Para descansar es necesario aprender a relajarse y una voluntad convencida de practicar regularmente las técnicas que más le convengan.

El sueño es una parte fundamental del descanso físico. Para sentirse bien hay que dormir bien, lo cual, según la experiencia de Sarráis, significa hacerlo durante siete u ocho horas al día. Descuidar eso conduce al agotamiento físico y psíquico y, a medio-largo plazo, al insomnio y a situaciones de depresión.


Existen las normas de higiene del sueño, que ayudan a dormir a personas con trastornos leves del sueño. Sarráis incide en unas pocas: evitar el consumo de sustancias estimulantes, no realizar actividades excitantes en las horas previas a acostarse, recurrir a siestas diurnas breves, tomar hipnóticos –los más modernos y seguros, y sólo si es necesario- y asegurarse de tener las condiciones materiales propicias para mejorar el descanso –colchones, edredones nórdicos, tapones de goma espuma-.

En cuanto al cansancio psíquico (o astenia), el tema es más complejo y profundo que el físico, porque las causas y los síntomas se multiplican. Sarráis enumera los que él considera más importantes: más frecuentes y más expandidos.


Las preocupaciones son una fuente de tensión psíquica. Su receta es la actitud y el dominio interiores: aceptar las cosas que sufrimos o tememos, lo cual no equivale a conformarse con ellas.

Tienen peso también la autoestima y, sobre todo, la rutina, que a muchos les causa hastío y agotamiento. Por eso no está de más cambiar los estímulos repetitivos y los hábitos de vez en cuando, sobre todo para las personas activas y vitalistas. Conviene innovar para que el día a día se torne más agradable.

El aburrimiento, la tensión, el estrés –agudo y crónico- y la ansiedad contribuyen con frecuencia, y mucho, a un cansancio psíquico que puede alargarse durante años incluso. Lo mismo ocurre con las responsabilidades, que si son excesivas llevan al agotamiento y a un perfeccionismo que pueden producir culpa y frustración. En esas situaciones es muy importante atreverse a pedir ayuda, luchar contra el miedo al fracaso, valorar las cosas con perspectiva y saber desconectar durante el desempeño de tales responsabilidades.

Erradicar la mentalidad competitiva, el afán perfeccionista, la preocupación desproporcionada por los demás y la obsesión por el éxito es fundamental para armonizar el descanso y el cansancio, y una condición para estar a gusto con uno mismo.

Y otros grandes enemigos de la vida equilibrada son el miedo -o el temor a sufrir, que también agota- y las prisas, al igual que la falta de tiempo para la contemplación.


¿Qué actividades descansan o pueden ayudar prevenir el agotamiento físico y psíquico? Sarráis menciona varias, que el lector escogerá a su gusto: el ejercicio físico –si es aeróbico, mejor-, el deleite de los sentidos –dando un uso racional a los estímulos-, la escucha o visión (moderadas) de música y cine, la lectura, los juegos, los viajes y excursiones, las actividades/hobbies que nos gustan, reír, la contemplación-meditación (“antídoto del activismo”), la oración y la familia y los amigos.

Sarráis habla en su obra con la autoridad que ostenta y la experiencia que le precede. Sus razonamientos, consejos prácticos y afirmaciones poseen, por eso, gran validez y resultan muy ilustrativos. Se resumen en una sola frase que él repite sin cesar: para descansar hay que disfrutar.

1 comentario:

Chamberí dijo...

Yo disfruto mucho con todo lo que hago, pero me falta el tema del sueño, esto lo estoy intentando. Me parece muy importante cuando lo pienso y poco cuando me tengo que acostar.